Esto no es un proyecto, como lo oyes. Ni personal, ni nada. O es un No-proyecto, como quieras llamarlo. No es ni proyecto, ni un trabajo fotográfico. O si lo es.
Esto no es un proyecto porque necesito descansar, dejar la cámara en un cajón. Necesito dar pausa a ese impulso de ver temas en cada esquina, necesito reflexionar sobre esa manía, esa obsesión que tenemos los fotógrafos de estar siempre pensando en ellos. ¿O no es tu caso?
Esto no es un proyecto, no. Me autoconvenzo. Quiero encontrar las palabras para explicarlo, de forma sencilla, sin metáforas inteligibles, sin diálogos entre realidades posibles, sin fragmentos inconexos. Sin rodeos, vamos.
Esto no es un proyecto, y ya lo he dicho muchas veces. Es solo un juego, de palabras e imágenes. Un juego de azar en el que la protagonista no es mi cámara, sino muchas cámaras. Un juego virtual en el que es una inteligencia artificial generativa, la que construye, la que crea, la que nos engaña. ¿O es que la fotografía, no es, en sí misma, un engaño?
Utilizando la metáfora y el paisaje como recurso y la herramienta “Dall·e 2” como cómplice, hemos creado una serie de imágenes que pretenden cuestionarnos los límites de la creación artística, los límites entre lo real y lo imaginario, entre la máquina y lo humano. 
Una serie de paisajes extraños que nos hacen reflexionar sobre la ambigüedad perceptiva. Porque paisaje es una experiencia, es la confrontación de una persona ante el espacio abierto y hacia una multitud de estímulos que la hacen no tan solo ver, sino apreciar el paisaje con todos los sentidos. Pero, ¿Puede hacer eso un algoritmo?
“Dall·e 2” funciona de forma similar al cerebro humano cuando evocamos recuerdos, y transforma el texto introducido según las referencias que existen en su base de datos. ¿Pero qué pasa cuando la instrucción que le damos va más allá de lo literal? ¿Cómo transforma una IA generativa, un texto metafórico en una imagen? ¿Lo hace mejor un fotógrafo con su cámara? 
En definitiva, esto no es un proyecto, habla del futuro de las imágenes, pero también del pasado. Es un juego en el que el creador pone a prueba al observador. En el que la imaginación se apodera de nuestros sentidos y el paisaje se convierte en intangible y misterioso. 
En definitiva, esto no es un proyecto fotográfico. ¿O si lo es?
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